martes, 15 de febrero de 2011

PREMIO CONCURSO LITERARIO


HISTORIA MATEMÁTICA

Matías era un chico muy inteligente de unos 15 años aproximadamente de edad. Vivía en Madrid con sus padres y uno de sus tíos. Adoraba las matemáticas y desde siempre se interesó por ellas. Todos los profesores que tuvo a lo largo de sus cursos académicos alucinaban con él, no sabían que se podía reunir tanta inteligencia matemática en una persona en plena fase de adolescencia. Él apenas veía la televisión, y cuando lo hacía, ponía canales en los que se emitían concursos matemáticos.
Se acercaba la Navidad y él no sabía qué regalo pedir, hasta que un día descubrió que lo único que le faltaba era viajar a una ciudad donde hubiese una academia matemática privada, y se lo dijo a su madre, que no resultó muy convencida. Aún así, la madre de Matías removió cielo y tierra para ponerse en contacto con el director de alguna academia de este tipo y dio con una situada en Estados Unidos, el director se llamaba Richard y era bastante amable.
Una mañana, Matías y su madre iban al colegio en el coche como de costumbre y de pronto un coche golpeó contra el de ellos a una velocidad impresionante.
Matías, desgraciadamente, no llevaba el cinturón de seguridad puesto, por lo que chocó contra el cristal de su coche y lo rompió con la cabeza. Fue un caso muy grave aunque su madre solamente recibió algunos rasguños no muy graves.
Tras pasar un tiempo en el hospital, Matías no recordaba nada de lo ocurrido y decidieron hacerle unas pruebas para comprobar si aún sabía cómo resolver problemas matemáticos y no logró hacer ninguno, ni los más sencillos.
La madre de Matías se desanimó muchísimo al igual que todos sus conocidos, pues sabían que el mayor sueño de Matías era tener un buen futuro relacionado con las matemáticas.
Al cabo de dos días aproximadamente todos se sorprendieron de lo rápido que Matías iba recordando las cosas pero más se sorprendieron cuando le vieron haciendo sudokus porque se aburría. Entonces, los médicos y enfermeros comprendieron que ya se había recuperado lo suficiente como para volver a casa y reposar allí.
Como era muy inquieto, en cuanto podía hacía cualquier cosa que tuviera relación con las matemáticas.
Quedaban solo dos días para que llegase la noche de los regalos y la madre de Matías estaba muy desesperada, pues no sabía si admitirían a su hijo en la academia de Estados Unidos; aun así, no perdía la fe.
Pasaron esos dos días y aún no había recibido la llamada telefónica que tanto esperaba. Como no aguantaba más, decidió ir al instituto y preguntó si sabían alguna noticia sobre la academia de Matías y le dieron la magnífica noticia de que el día 7 de Enero tenía una entrevista con el director de la mejor academia del mundo.
Matías al enterarse de la gran noticia lloraba y todo de la grandísima oportunidad que le estaban ofreciendo.
Un tiempo después les informaron de que Matías había sido admitido. Matías pudo sentirse el niño más feliz del mundo.




Beatriz Domingues López.